El 27 de noviembre de hace 10 años,
Brenda Quevedo Cruz fue torturada en la cárcel donde cumple condena sin
sentencia, acusada por el falso secuestro de Hugo Alberto Wallace
Miranda. Hoy, envía esta carta abierta para pedir ayuda de instancias de
derechos humanos internacionales.
Estado de Morelos, México, 27 de noviembre de 2017
A México:
A
diez años de que ésta pesadilla que empezó para mi familia y para mí,
todo ha sido un claroscuro, un sin fin de sin sabores, de derrotas, de
victorias vagas, de alegrías pasajeras, de tristezas profundas. Han sido
ya muchos años, un número no puede calificar todo el amargo dolor que
siento en mi pecho. Cada noche durante diez años, le he pedido con
paciencia, con desesperación, otros días con un solo grito ahogado en mi
almohada, un grito que solo Dios y yo escuchamos… y a veces creo que él
no me ha escuchado.
Si
existe Dios, debe saberlo, es mi testigo verdadero del sufrimiento
diario, de mis noches en vela martirizándome: ¿Cuánto tiempo más?
¿Cuándo llegará el tan anhelado día que pueda salir de prisión? ¿Qué no
ven que todo es una mentira? o como bien dice el dicho “no hay peor
ciego que él que no quiere ver” y el gobierno mexicano simplemente
cierra los ojos ante la impunidad y corrupción que envenena nuestro
país.
Sé
que no soy la única persona inocente en la cárcel, no soy la única que
ha sido víctima del poder del sistema para encubrir no sé cuántos
intereses. Pero sí sé que algo que me ha dejado este largo trayecto que
llevo, es la satisfacción de que cada día hay más personas que se
enteran y saben de las mentiras del caso Wallace, de la cadena de
favores y lucro de políticos sin escrúpulos que navegan con banderas de
honestidad, legalidad y justicia, pero por debajo pueden destruir vidas
sin ningún pudor.
Quiero
darles las gracias infinitas a esas personas que han decidido ver más
allá de las noticias compradas por algunos medios que se encuentran
dentro de este círculo mafioso. Como mexicana, como mujer, como alguien a
quien el gobierno no ha hecho caso de esclarecer una investigación de
más de 10 años, pido justicia, pido transparencia y ética de las
personas que están involucradas y son responsables de la impartición de
justicia en México. Porque no podemos seguir ahogándonos en un pantano
de egoísmo. Porque muchos dicen “si a mí no me pasa o no me afecta, que
ruede el mundo”. Todos somos víctimas de tolerar un país corrupto, un
gobierno mediocre donde sólo importa quien se lleva la tajada más
grande.
Tengo
sentimientos encontrados, ira, coraje, desesperación, melancolía,
frustración, dolor… todos al unísono gritan dentro de mí ¿Hasta cuándo?
Al
ver en los ojos de mis padres cada que pueden venir a visitar a su hija
en un Centro Federal de Máxima Seguridad, veo una luz que
intermitentemente brilla, a veces con la esperanza de que ya alguien nos
escuchará y a veces de resignación. Pero nunca derrotados. Siempre
fuertes, aunque a veces solo sea una magnífica actuación, pues por
dentro se están carcomiendo al igual que yo, dentro de esta prisión.
Porque ya no es vida lo que llevamos, es una pesadilla que parece nunca
acabar. Muertos en vida… tal parece que así podría decirse. Porque ¿cómo
se vive dentro de cuatro paredes durante 10 años? pasando torturas
físicas, psicológicas, maltratos y vejaciones… Y para ellos que están
afuera, mis padres y mi hermano, ¿cómo viven ellos?
¿Cuánto
ha vivido usted, lector, en 10 años? ¿Cuántas cosas ha hecho? ¿Cuántas
personas ha conocido? ¿Cuántos cumpleaños de sus seres queridos ha
compartido?
Yo…
qué puedo decir, como si fuera posible atrapar el agua con las manos…
así se me va el tiempo, mis sueños en estos diez años de prisionera
siendo INOCENTE del secuestro del que se me acusa. Por favor, pido
ayuda, humanidad a instancias internacionales; como he repetido una y
otra vez, no tenemos dinero ni poder… ¿Y por eso no tengo derecho a
defenderme? ¿No tenemos derecho a que la ley sea impartida igualmente
que a los ricos y poderosos? Porque si lo fuera, lo más seguro es que no
estuviera aquí.
Brenda Quevedo Cruz
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