La madre del pequeño Parker O’Neill, un bebé irlandés de 16 meses, vivió un auténtico infierno al ver como su hijo estuvo a punto de morir por un pequeño gesto que casi todo el mundo hace. Un día contempló horrorizada como Parker tenía unas marcas horribles en su piel, por lo que corrió al hospital para que los médicos detectaran, tras varias visitas, lo que estaba sucediendo. Durante el proceso, los doctores le recetaron a Parker hasta tres tipos diferentes de antibiótico, un auténtico calvario que se podría haber evitado fácilmente. Al parecer, la terrible infección del bebé fue causada por un simple beso de alguien que había pasado por un herpes labial.
Ahora el pequeño Parker sufre un eczema y tiene que acudir al dermatólogo con cierta regularidad. «Apenas se está recuperando, aún no es él mismo y además sufre anemia, así que es toda una lucha para él», asegura esta madre, que siguió su intuición tras los primeros síntomas. «Primero fui al doctor dos veces, pero me recetó pomadas», declara, y añade que «cada vez que acudía al doctor la cosa iba a peor así que recurrí a mi instinto de madre porque sabía que se trataba de algo más».
«Cuando acudí al doctor por tercera vez me dijeron que todo estaba bien, así que acudí al centro A&E», confiesa. Allí el servicio médico advirtió a la joven que Parker sufría herpes a causa del beso de alguien que había tenido herpes. «Podría haber sido fatal si no se hubiera detectado a tiempo», asegura.
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