
Desde muy temprana edad, las hermanas Lucci se dieron cuenta que sólo podían confiar las unas en las otras.
Por fuera, la vida de las chicas parecía casi perfecta: Una mansión enorme, una familia rica, un padre y una madre cariñosos, e incluso una piscina privada… ¿Qué más se podía desear? Sin embargo, la realidad era completamente distinta…
El padre de las chicas despreciaba abiertamente a sus cuatro hijas, mientras la madre se mantenía inerte ante aquella situación, e incluso se ponía de su lado.

Y no solo eso, también les restringió a las niñas la comida. ¡Mientras los hermanos, el padre y la madre comían lo que querían, las cuatro criaturas, a menudo, se morían de hambre!
Y cuando intentaron resistirse, las palizas se hicieron completamente intolerables. ¡El nivel de violencia fue tal, que el canalla, incluso, le rompió a una de sus hijas las manos! ¡Qué barbarie!

Todo cambió cuando, un día, una de las chicas llegó a la escuela con una herida en la cabeza, y los alarmados profesores enseguida contactaron a la policía…

Por temor a que las palabras de las chicas denigraran su reputación, el padre mantuvo un registro de las familias de crianza temporal, y luego «procesó» a los padres adoptivos de las niñas.

Continuamente mantenían contacto, y no sólo lograron construir un futuro feliz para ellas mismas, sino que también acorralaron al canalla, y lo llevaron a los tribunales.

Cuando el caso se hizo viral, el público se puso de lado de las hermanas Lucci, por lo que de nada le sirvió apelar al obstinado papá ante el tribunal.

Honestamente, es difícil imaginar como un padre sea capaz de hacerles algo así a sus propias hijas. Y no solo él, también la madre, si es que se le puede llamar madre a alguien así… Pero las chicas lograron superarlo todo, y salir adelante, y eso es lo importante.
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