Mucha gente se justifica diciendo que amarra a su perro para que no escape; sin embargo si tu perro escapa es porque necesita paseos (contigo), ser esterilizado para que no salga a buscar hembras en celo, porque en tu casa es mal tratado, etc. Si no puedes controlarlo para que no escape es que no lo has educado bien o no te ha interesado lo suficiente su bienestar. El que escape, sea por el motivo que sea, no es justificación para amarrarlo ni encadenarlo.
Caso de perro de raza Pitbull con orejas cortadas, amarrado las 24 horas del día. (Rescatado).
Mucho menos lo es para que cuide tu casa pues ellos no son watchmanes. Muchas veces los perros destinados a “cuidar la casa” han sido envenenados, golpeados o robados.
Y para tener más fundamentos damos a conocer un excelente artículo, escrito por el etólogo David Peiró, donde explica las consecuencias de amarrar a los animales:
– Consecuencias psicológicas de los perros amarrados
Existe la insana y masiva costumbre en este y otros muchos países de personas que tienen a su perro amarrado de por vida a una cuerda o cadena a la entrada de su casa. Se trata, a mi parecer, de una cuestión que tiene raíces culturales y, como consecuencia de ello, es mayor la dificultad si es que pretendemos revertir esa visión del perro como mero elemento de alarma ante desconocidos u otros usos que se les da en esta línea.
Es por ello que se hace necesario recapitular sobre las consecuencias físicas y psicológicas que tiene para el perro el hecho de estar amarrado toda su vida a un mecate y, ojalá, poder difundir las graves consecuencias que esto tiene para el animal. Solo debemos imaginar qué ocurriría si nos lo hicieran a nosotros.
Caso de perrito desnutrido y amarrado a una piedra en el Cerro San Cristóbal. (Rescatado).
– Incapacidad de desarrollo sensorial
Los perros son animales exploradores por naturaleza. Una de sus necesidades psicológicas más marcadas es la sensorial. Ellos necesitan oler, saborear, probar, interactuar con otros animales, etc. Al no tener esa opción, un perro sin posibilidad de movilidad, de acceso a esas fuentes de estímulos degenerará en un animal que desarrollará innumerables patologías de conducta y que, por tanto, sufrirá enormemente.
– Incapacidad de desarrollo neurológico a edad temprana
El período del perro en edad infantil, y sobre todo en el que transcurre hasta los 3 meses, y en menor medida hasta los 5 meses, es absolutamente fundamental para el normal desarrollo del perro. En él aprenden comportamiento social, lenguaje corporal, preferencias sexuales, inhibición de mordida, etc.
El amarrarlo supone para el perro perderse todo ese período de aprendizaje tan fundamental para su futuro equilibrio psicológico. Sería como si a nosotros nos metieran ya desde pequeños en una habitación viendo pasar la vida, y donde permaneceríamos de los 8 meses de edad hasta los 9 años. ¿Qué sería de nosotros sin interactuar con el mundo exterior? ¿en qué nos convertiríamos? Reflexionemos sobre ello…
– Frustración
Querer alcanzar con aquello que necesitan y no poder. Toda una existencia así, viendo pasar delante suyo aquello que necesitan y desean, y nunca poder alcanzarlo… Las consecuencias: incapacidad de desarrollar una vida normal, sufrimiento, ansiedad….
– Estereotipias o comportamientos compulsivos
Es común en animales que se encuentran en situación de cautiverio que, ante la imposibilidad de llevar a cabo conductas normales, estas sean sustituidas por otras anormales, generalmente degeneran en conductas compulsivas, esto es, conductas repetitivas y sin fin alguno, autodestructivas en muchas ocasiones por la falta de estímulos en el ambiente.
Los perros amarrados no tiene ninguna actividad por lo que han de buscar conductas que satisfagan (aunque no lo consigan) la inexistencia de su mundo sensorial en su vida diaria. Comportamientos como perseguirse la cola, girar continuamente, dibujar ochos caminando, lamerse incesantemente algunas partes del cuerpo hasta la automutilación, son comportamientos normales en perros amarrados pues no pueden hacer otra cosa. Y amigos, permitir esto es cruel.
– Agresividad
Tal vez, uno de los factores más importantes que se pretende del perro al amarrarlo. Efectivamente, por lo general nos vamos a encontrar con muchos perros que van a manifestar agresividad ante la cercanía de extraños y, por ende, ladrarán. Pero ¿este tipo de agresividad hace que realmente el perro defienda su casa o terreno? El territorio que defenderá el perro es aquel en el que se encuentre habitualmente, aquel donde el perro pueda obtener refugio, recursos pero sobre todo aquel en el que vivan sus compañeros de “manada” (su familia humana).
En los casos en que el perro se encuentra amarrado, no hay compañeros en el metro cuadrado en el que vive, no hay vínculo con “su familia”, solo un plato de comida, agua generalmente sucia y en el mejor de los casos, una plancha de zinc en la que cobijarse. Entenderán entonces que lo que el perro defiende no es la propiedad de quien lo amarró sino su minúsculo espacio al que lo han confinado. En cuanto suelten al perro para que defienda el territorio del maltratador que lo amarra, lo que hará el perro probablemente será saludar al ladrón o aprovechar la oportunidad de descubrir el mundo e irse.
– Miedo
Por falta de socialización con los estímulos ambientales normales durante su desarrollo, nos encontraremos con perros que no saben, que no conocen, que no han socializado con nada más que con la correa que les mantiene presos, que no han experimentado las circunstancias normales de la vida. Por ello tendrán miedo, y esto implica un gran sufrimiento para el animal.
– Estrés
Existen dos tipos de estrés. Uno, denominado “eustrés”, se trata de un estrés adaptativo e incluso necesario. Es aquel de corta duración que nos hace poder reaccionar ante circunstancias de peligro o adversas y por tanto es un comportamiento que nos prepara para poder enfrentarnos a nuevas situaciones en el futuro.
Al otro tipo se le denomina “distrés”. Este en cambio es de larga duración, constante o a intervalos frecuentes, y que nos hace enfrentarnos a situaciones de peligro las cuales no podemos solucionar. Cuando situaciones así se alargan en el tiempo y no podemos luchar contra ellas, esto produce el decaimiento del sistema inmunológico ante la indefensión hacia el estímulo aversivo, siendo por tanto proclives a padecer todo tipo de patologías a nivel orgánico y, lo que es igual de grave, psicológicas pudiendo llegar a la depresión y a la muerte.
Por lo general, un perro amarrado se encuentra en situación de distrés. Haga lo que haga, siempre tendrá una soga sobre su cuello de por vida“.
Por favor, si ves un perro amarrado habla con el responsable, cuéntale lo que has leído aquí y porqué no debe tener a su fiel amigo amarrado ni encadenado. Intenta cambiar su actitud. Si no cambia puedes hacer una denuncia antes las autoridades de tu localidad.
JAMÁS amarres a tu perro, si no puedes darle bienestar, tanto física como emocionalmente, entonces no lo tengas.
Fuente: ALCO Perú
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