El conflicto comenzó en 2002, cuando Karen Szewc y John Updegraff decidieron criar mastines tibetanos para que estos animales protegieran a sus rebaños de ovejas en Rogue River (Oregón). Sus vecinos reclamaron del volumen de los ladridos.
La pareja, que vive a unos 240 kilómetros al sur de Eugene, Oregon, comenzó a criar Mastines Tibetanos en 2002 para cuidaran a sus ovejas y así protegerlas de los depredadores de la zona. Los canes vivían al aire libre y sus ladridos a la vez que iban creciendo se iban volviendo más intensos.
“Los perros son mis empleados. No tenemos a los perros para molestar al vecindario. Tenemos a los perros para proteger a nuestro ganado. El próximo paso es comprar un arma, pero no necesito un arma si puedo cuidar a mis ovejas con unos perros”, argumentó Szewc.
Los primeros en quejarse fueron sus vecinos. Posteriormente el Condado de Jackson también se unió a la protesta y argumento que los ruidos de los mastines violaban las normas de urbanización.
Las denuncias fueron apeladas por Szewc argumentando que esos perros velaban por sus ovejas, gansos y gallinas y que ese tipo de propiedades poseen reglamentación a la estrictamente urbana.
No obstante, durante años los animales emitieron ladridos que, según las personas que viven cerca, son insoportables. De acuerdo con el condado de Jackson, los ruidos violan las normas de urbanización.
Ante la continuidad de esta situación la Corte les ordenó pagar 238.000 dólares en forma de indemnización a sus vecinos. Además, el juez les indicó que deberían cortar las cuerdas vocales de los mastines.
Esta decisión fue apelada, pero la Corte de Apelaciones de Oregon confirmó la sentencia establecida por el juez. Como consecuencia, los seis tibetanos deberán ser sometidos a cirugía para terminar con sus ladridos.
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